Fenwick: un forastero con mala suerte
Tenia mucha sed, había caminado por buena parte de la ciudad buscando la posada que mi amigo me recomendó, pero no logré mi objetivo. A unos pocos pasos, divisé un cartel con un cerdo dibujado. Era nuevo en la ciudad y no sabía muy bien que tipo de gente frecuentaba el lugar, pero mi sed era más fuerte que el miedo. Abrí la puerta con energía, dándome cuenta con la caricia de ese aire viciado que ahí dentro era un lugar concurrido, y que esa mezcla de olores de taberna me atraían y me repugnaban a partes iguales. Lo que no me esperaba era el recibimiento. Yo quería pasar desapercibido, pero todos se quedaron mirándome justo en el momento que franqueé la puerta. Durante unos segundos titubeé, pero sabia muy bien que en situaciones de peligro inminente siempre es mejor aparentar seguridad que amedrentarse. Así que con paso seguro me dirigí hacia el tabernero y le pedí bebida. Este pareció sorprendido, y me dijo que no era posible, que hoy estaba cerrada la taberna porque se estaba cel